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Historia de Mario:
Mario llegó a la clínica CAS después de semanas de sentirse inquieto y con miedos que no se atrevía a compartir con nadie. Tenía 27 años y había oído hablar de la clínica a través de una campaña en redes sociales sobre la importancia de los chequeos de salud sexual. Una mezcla de dudas y nerviosismo lo acompañaba mientras esperaba los resultados de su prueba de VIH.
Cuando recibió su diagnóstico positivo, Mario sintió que el suelo se desvanecía bajo sus pies. Al principio, solo pudo pensar en el miedo, la culpa, y en cómo cambiaría su vida. Pero el equipo de CAS no lo dejó solo. Desde el primer día, Mario contó con un equipo de apoyo que lo guió paso a paso para comprender su diagnóstico y las opciones de tratamiento.
En su primera sesión de acompañamiento, conoció a Claudia, su psicóloga, quien lo recibió con una calidez que Mario no esperaba. Las primeras semanas fueron difíciles; Mario se debate entre el miedo y la tristeza. Pero Claudia le ayudó a entender que su diagnóstico no definía quién era y que con el tratamiento adecuado podría tener una vida plena y saludable.
A través de sesiones semanales, Claudia le brindó un espacio seguro para expresar sus temores y lo ayudó a reconectar con sus sueños y su identidad. Mario también comenzó a asistir a un grupo de apoyo en la clínica, donde conoció a personas que habían pasado por experiencias similares. Escuchar sus historias de resiliencia y esperanza le dio fuerzas para seguir adelante.
El equipo médico de CAS, siempre al tanto de su progreso, fue fundamental en el proceso de Mario. Le brindaron un tratamiento personalizado y le enseñaron a cuidar de su salud con disciplina y optimismo. El seguimiento constante y la atención sin prejuicios le permitieron reconstruir su confianza en sí mismo.
Con el tiempo, comenzó a sentirse menos solo y más comprendido. El equipo médico de CAS, siempre al tanto de su progreso, fue fundamental en el proceso de Mario. Le brindaron un tratamiento personalizado y le enseñaron a cuidar de su salud con disciplina y optimismo. El seguimiento constante y la atención sin prejuicios le permitieron reconstruir su confianza en sí mismo.
Hoy, un año después de su diagnóstico, Mario ha encontrado en CAS no solo un centro médico, sino una comunidad que lo apoya y lo inspira a seguir adelante. Con el apoyo de su equipo de acompañamiento, ha aprendido a vivir sin miedo ya cuidarse, comprendiendo que su diagnóstico es solo una parte de su historia, y no el final de ella.
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